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Donde los dioses fueron hechos...

Mexico, Mexico


…al leer esto, me puse a pensar como sería Teotihuacán, tantas veces que había estado cerca, pero siempre tenía alguna excusa para no ir o simplemente buscaba algo más cercano, más cómodo que hacer. Esta vez que estuve en Mexico D.F, en la ciudad de México, o bien como le dicen algunos de mis amigos Chilangolandia (sin agravios a sus habitantes por su puesto), tomé el metro de la línea verde hasta la estación La Raza, luego cambié a la línea amarilla solamente una estación, la estación de autobuses de norte y allí en las líneas teotihuacanas, por solo treinta y tres pesos ( menos de tres dólares americanos incluso sumandole los dos pesos del costo del metro), iba yo rumbo a Teotihuacán, en un bus bastante cómodo, con música ambientada por un cantante bastante entusiasta y por los bemoles de todas las paradas que hizo el bus antes de salir de la ciudad de México, que vaya que si cuesta salir de la misma, y eso que era un domingo muy temprano por la mañana.

Mientras iba en el autobus, me daba cuenta que muy pocos éramos turistas extranjeros, iban casi todos habitantes mexicanos, quizá muy pocos que ibamos a las pirámides (que es el nombre del bus) y otros iban para destinos un poco más retirados. Una chica sonriente con cámara en mano era quien iba del otro lado y de pronto me miraba como preguntandome, ¿tú sabes dónde están las pirámides? Yo tenía la misma cara que no sabía, pero iba más ocupado pensando en ¿quiénes habían sido hechos en Teotihuacán? Los Dioses decían las guías de turismo y me contestaba a mi mismo que todos somos dioses, todos en nuestra capacidad creativa y en nuestra capacidad de amar, somos dioses.

Llegamos a las pirámides donde personas amables nos indicaron la entrada hacia el parque nacional, donde pagué cincuenta y dos pesos mexicanos como entrada y con el sol trepándose por la espalda del firmamento, que me calentaba la dermis de mi piel mientras caminaba en dirección del palacio de Quetzalcoalt que existía una perfecta alineación entre la dirección de la pirámide y el sol. Para esto tomaba algunas fotografías, así como observaba desde lejos las dos emblemáticas pirámides del lugar. Las pirámides del sol y de la luna, nombres con las que los arqueologos modernos las han bautizado, sin que necesariamente sean el nombre de los constructores originales y de los posteriores moradores o bien quienes hayan utilizado estas pirámides.

Luego de ver los rostros de Quetzalcoat y escuchar como mis aplausos en la base de la pirámide se repetían con el eco creado por la geometría de la construcción. Regresé hacia la calzada de los muertos, que tampoco es un nombre original, sino nombre que los arqueolgos le dieron a los par de kilometros que abarca (entiendo que toda mide cuatro kilómetros, pero no caminamos por toda). Tenía el sol en la espalda y mi sombra caía exctamente sobre mis pasos, de pronto me puse a pensar en que fecha era y descubrí en mi fugaz memoria que era el veintiuno de septiembre, el equinoccio de otoño, por lo cual no solamente estaba donde los dioses fueron hechos sino estaba en una fecha muy importante, completamente mágica. ¿Qué más podía pedir? Mi emoción era tanta de caminar entre ese lugar lleno de magia para una fecha tan especial. Cerraba mis ojos y abría mis brazos enviando paz, amor y armonía al mundo. Mi sonrisa era la muestra de esa felicidad que se desbordaba por los litorales de mis pupilas y hacía que mi corazón bailara de alegría entre las flores silvestres que allí crecen.

Ascendí a a la pirámie del sol, luego de un ascenso bastante escarposo y evadiendo los cientos de personas que suben al mismo tiempo, me coloque cerca del centro, me descalce y me sente sobre esas piedras milenarias a contemplar el valle donde estan ascentadas estas maravillosas obras, alli encontré el gozo para mi alborotada alma y mi corazón bailaba como quien danza de alegría ante la primera lluvia, luego de una gran sequía. Descendí rapidamente y luego me dirigí a la pirámide del sol. La cual realmente siento y creo que es la principal, ya que está al final de la calzada e indica el punto más al norte de la mítica ciudad. No sé si es realmente dedicada a una divinidad femenina, pero me senté sobre sus piedras y desde allí estuve observando y más que observando, asimilando la energía de tan bello y mágico lugar. Allí desede el punto donde podía estar sentado, conteplaba la maravillosa calzada y toda la ciudad y mientras realmente sentía que todos los que estabamos allí eramos dioses que emergíamos de las pirámides y eramos una misma cosa con todo el ambiente. Al final es cierto que todos somos dioses…


permalink written by  pabloalvarez1978 on October 10, 2009 from Mexico, Mexico
from the travel blog: Pablo Alvarez
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