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En busca de la Flor de Loto..

New Delhi, India


…es el nombre que le di a mi viaje por la India y Nepal, aunque después de 3 días de estar en la India se convirtió en un viaje solamente por India, y por lugares que ni siquiera tenía contemplado conocer. De pronto me vi comprando un boleto para Ámsterdam y volver a occidente vía Europa, luego de visitar algunas ciudades y amigas y amigos que tengo. Con algunos bemoles como siempre. Para luego viajar a Estados Unidos y viajar en tren desde New York hasta Los Ángeles California.

No sé como poder explicar ese cambio repentino de planes a mi vida, sobretodo a lo resulto que estaba de pasar más de un año entre India y Nepal. Aunque el choque cultural que tuve ha sido de los más grandes de mi vida, sobretodo porque como siempre yo pensaba que podía soportar todo, pero no es así, aún debo aprender muchas cosas y quizá las expectativas que si bien ya sabía que venía a un lugar difícil dentro de mi corazón si tenía expectativas sobre la cultura de la India, yo muy orgulloso de ser descendiente de un Indio que dejó su país hace algunas generaciones y se fue para no volver, yo fui en la dirección de sus pasos y tuve uno de los mayores desencantos de mi vida. No es que la cultura de la India sea mala o buena, simplemente es como es y ahora entiendo los pasos de ese antepasado de poder huir de acá y nunca más volver. Realmente es un lugar donde todos al verme piensan que soy de acá y en parte es bueno porque no me piden documentos para entrar a algunos lugares o bien el costo de la entrada es menor ya que tengo cara de Indio.

Pero regresando a mi estrepitosa caída desde las alturas de mi nube, donde yo pensaba que todo era paz, amor y armonía entre las personas de la sociedad India, si bien es cierto que eso solamente lo puedo tener en mi corazón, pero el hecho de afrontar que la sociedad de la que estaba tan orgulloso de ser descendiente es igual que en la que vivo. Pero no todo es malo, ya que esto me ha hecho valorar más otras cosas, así como al pequeño país de donde vengo, a mi Guatemala, que es de todos y que tiene tintes iguales que los de India, pero donde yo llegué a pensar que es así porque la gente es mala y realmente no es eso, sino son las circunstancias de vida que son muy complicadas. Recuerdo las palabras de mi madre que a pesar de ser hija de imingrantes es la persona que yo conozco que más ama a Guatemala. Además también me ha ayudado a abrir mi corazón a personas que nunca pensé compartir con, así como los musulmanes que he conocido que han sido muy amables conmigo y me han hecho sentirme en casa. Especialmente mi amigo Rahim Sanjay y su adorable familia de Cachemira. Siempre llevaré en mi memoria y en mi corazón las imágenes de ese lugar tan bello, de ver esos pardos que corren tomados de la mano hasta formar interminables cadenas de titanes y colosales montañas, llamadas los Himalayas. Donde he visto tantas águilas volar libres que sentí que me fundía entre sus alas y yo tenía esa libertad. De compartir los alimentos en la casa de sus padres y sentirme uno más de la familia, sobretodo la exquisitez del té de Cachemira, que gracias a Bashir, tío de Rahim, llevo un poco conmigo. Cachemira es uno de los lugares más bellos que he conocido en mi vida, vale la pena visitarlo.

Para llegar la forma más fácil y segura es vía aérea desde Nueva Delhi a Srinagar. Es posible viajar por tierra ya sea por autobús o jeep compartido o bien un automóvil desde la ciudad de Jammu a donde pueden llegar por medio del tren que es bastante más seguro.

Lamentablemente debo decirlo que no es una manera muy segura, ya

que los conductores de India no son nada cuidadosos, son temerarios, prácticamente un atentado al volante que no les importa la vida de los que llevan ni la suya propia. En mi viaje de Srinagar a Jammu estuvimos a punto de estrellarnos tres veces con camiones y otros autos, por la estupidez de nuestro conductor, que al momento de reclamarle el porque manejaba como enajenado le echaba la culpa al otro conductor, cuando realmente era el él culpable.

En relación a la compra de los boletos ferroviarios, se pueden hacer con varios agentes que cobran alguna comisión, se pueden adquirir vía Internet, primero hay que registrar un usuario y encontrar la forma de pago (que no está muy bien especificada pero si se encuentra luego de buscar algunos minutos en la forma de pago con tarjeta de crédito internacional). O bien pueden probar comprarlos en la estación del tren donde se debe llenar una forma llamada “Railway Reservation/Cancellation Requisition Form”. En la cual deben dar algunos datos personales, pero sobretodo deben saber muy bien el número del tren, el nombre del tren y muy importante “La Clase” porque hay varios tipos de clase. Desde primera clase con Aire

Acondicionado donde lo tratan a uno como Maharajá hasta tercera clase donde las personas van una sobre otra. Yo en mi inexperiencia viaje de Jammu a Amritsar en Sleeper Class, que es el equivalente a una segunda clase con ventiladores. Que tiene butacas de corridas numeradas donde supuestamente están establecidos los asientos de tres ocupantes, pero en momentos llegan a ser hasta cinco en un asiento. Donde no piden boletos para ingresar. Y si lo piden y no se tiene se le dan cincuenta rupias (un dólar americano) al inspector y se acabó el problema, fomentando así más la corrupción tan arraigada en la sociedad India. La cual se debe a razones económicas y políticas que no vale la pena mencionar, solamente es algo que se debe tener muy presente.
Realmente fue divertido viajar en sleeper class, allí conocí a dos muchachos hindúes llamados Swadeep y Alood. Quienes son de una ciudad llamada Bhopal ubicada en Madhya Pradesh. Realmente una bendición haberles conocido. Extraño la determinación de Swadeep muy acorde a su casta Kshatriyas y la templanza y fijación de Alood muy acorde a ser Brahmin. Que si bien ellos me explican que ya no es como antes donde las castas eran determinantes de que era lo que se podía y no, hasta que Gandhi con su filosofía de todos son bienvenidos abolió oficialmente las castas, pero este sistema aún vive muy arraigado dentro del corazón y la forma de vida de los hindúes. Que vale la pena hacer la aclaración que hindú es una religión y que el gentilicio de las personas habitantes de la India es indio, sin que esto sea una discriminación. En los países americanos, sobretodo los hispanoparlantes existe un cierto miedo de utilizar este gentilicio porque está muy asociado a la discriminación que han sufrido los descendientes de las culturas prehispánicas, pero realmente la forma correcta de llamar a una persona de la India es indio. Yo con mi cara de indio fui recibido bien entre estos dos muchachos quienes se encontraban de vacaciones por el norte de su país, en un viaje de peregrinación hacia Jammu, donde existen dos templos hinduistas muy importantes (al templo hinduista en hindi se le llama Mandhir) Asimismo ellos luego viajaron a Amritsar en el mismo vagón que yo, fue como si el mi gurú Paramahansa Yogandanda los pusiera allí para mí, ya que con ellos compartimos un cuarto (a cincuenta rupias cada uno) y ellos compartieron conmigo su India, su vida, sus tradiciones, creencias y costumbres y sus vidas. Así fue como realmente estuve en contacto con la cultura hindú quienes aún viven con su sistema de castas muy arraigado, sobretodo en su forma de comportarse, donde los padres aún tienen potestad sobre las decisiones de los hijos, aunque según mis amigos en las grandes ciudades es diferente donde ya no se tiene tanto en cuenta. Asimismo me enteré que realmente los que siguen las tradiciones más apegadas a las leyes son los Brahmines ya que la sociedad espera que ellos lo hagan y no hacerlo es una vergüenza para la familia y según palabras de mis amigos lo más importante es la familia. Lo cual creo que en parte es cierto, porque para mí lo más importante es ser feliz como individuo y luego se puede compartir esa felicidad. Por eso ahora tienen más sentido para mí, las palabras de Siddartha, el Buda, que cada quien es encargado de su vida y nada más. Aunque realmente cada vez estoy más convencido que una religión no hace a nadie feliz, sino es uno el que lo hace y cada quien lo encuentra a su manera. Aunque para explicarle a mis amigos de la India mi religión lo simplificaba a que soy budista, ya que al final ando en busca de mi propia verdad.


Aunque debo decir que estoy maravillado con la manera tan eficiente y prolífica como es manejado el Templo Dorado de los Shiks, ubicado en Amritsar, una obra arquitectónica por demás exquisita donde al igual que en el Templo del Loto de los Bahai en Nueva Delhi, todos son bienvenidos a rezarle a su dios. Es algo que realmente me ha gustado de India que si bien existen diferencias hay respeto en cuanto a los cultos y todos consideran que un templo es un lugar sagrado donde cualquiera puede ir a rezar o a meditar sin importar su religión. Aunque debo decir que el templo donde más altas vibraciones sentí fue en un Mandhir de Nueva Delhi Lakshmi Narayana Birla. Aunque no hay nada que se compare como estar en un lugar como en una montaña observando un valle o bien en la playa observando la grandeza del océano.

De nuevo debía volver a Nueva Delhi, mi elección era hacerlo igual en tren, ya sabía como funcionaban las cosas en el tren, pero ahora compraría el boleto vía Internet. Que realmente no es tan complicado ni tortuoso como hacerlo en la estación. Aunque como es India, si es menos sencillo que en otros lugares, aunque después de algunos minutos y un poco de paciencia se aprende a utilizar el sistema y ya se puede comprar. Esta vez lo haría en primera clase, para un viaje de 8 horas desde Amritsar a Nueva Delhi. Algo que me desoriento un poco al imprimir el boleto es que aparecía en una lista de espera. Esto significaba que al día siguiente debía ir a la estación del tren y ver si en los vagones de primera clase aparecía mi nombre impreso, de ser así podría viajar a Delhi, sino tendría que esperar al tren de las 5 de la tarde o bien cambiar otra categoría. Por lo que salí temprano de la ermita que compartí con mis amigos y en un autorickshaw (un tuc tuc en Guatemala y en muchos países de Latinoamérica). Luego de pedirles que me rebajaran el precio de 100 a 50 rupias, me lo dieron a 60 rupias. Llegué a la estación y busque el andén preguntando de donde salía el tren a Delhi. Al entrar casi me tratan como un Maharajá, pero lo que me hizo más gracia era que la cabina que tenía era más grande que alguno de los cuartos en los cuales había pernoctado en la India. Allí pude rasurarme y dormir un par de horas, hasta que llegamos a una estación que no recuerdo el nombre, en la cual subieron y bajaron pasajeros, y para mi sorpresa subió una persona muy amable y educado. Un profesor de la universidad, pero no era cualquier profesor sino el decano de una escuela de negocios prestigiosa de la India, con quien tuve quizá la plática más completa sobre la India. Conversamos de tantos aspectos desde la historia hasta la economía, la política interna y tantas cosas que pude desde mi punto de vista racional entender tantas cosas de la India, que me habían pasado por encima desde el primer día que llegué a la misma. Luego de tantas horas compartimos algunas galletas, datos personales, intercambio s culturales y cifras económicas y culturales, al llegar a Delhi tuvo la amabilidad de llevarme hasta mi hotel. Donde mi amigo Rahim me esperaba con su sonrisa de siempre, aunque sin habitación para mí. Por lo que me invitó a su casa, con su familia, donde pude ver realmente como viven las familias de la India. En una casa donde hay que quitarse los zapatos antes de entrar y donde los pisos estan cubiertos de alfombras y solamente hay un encaminamiento con papel decorativo. Una casa donde viven doce personas, entre hombres, mujeres, sus hijos y nietos. Como yo era el invitado me cedieron la habitación principal donde duerme el señor de la casa con su esposa. Por un momento no entendí de que se trataba, pero al hacerlo mi corazón me decía que no podía aceptar que por mi culpa durmieran en el piso ellos y yo en una cama. Pero no aceptar esa amabilidad realmente sería una ofensa, por lo que resignado tuve que aceptar. Compartimos una suculenta cena, donde el arroz y el Dahl nunca falta. Al mejor estilo cachemir donde se come la misma cantidad de arroz que de verduras y carne, además de comer con las manos y siempre su inigualable té. Siento que la familia Dhar es mi familia de la India. Nunca llegué a pensar que en la India conocería personas musulmanas, pero esta sorpresa que me dio la vida fue maravillosa. Personas que realmente abrieron su corazón conmigo y me ayudaron a abrir el mío.

A la mañana siguiente fui a Agra, a visitar el majestuoso y mágico Taj Mahal. Pensaba hacerlo en tren, pero por azares del destino perdí el tren. Por lo que fui en automovil, para luego enterarme que el tren en el cual hubiese ido yo, había tenido un accidente en un choque de trenes con otro tren. No sabía si era parte del destino o bien el buen karma que le llaman en India. Pero esto no me quitó la emoción de entrar al majestuoso Taj Mahal. Aun recuerdo los resplandores de luz sobre el mármol blanco de su estructura y como cambia de color a medida que el día va avanzando. No tengo palabras para describir la belleza de ese lugar, es como estar en un cuento de fantasía. Es tan impresionante que por momentos sentía que estaba viendo una ilusión y que de repente el Taj Mahal desaparecería. Pasé dentro del recinto tanto tiempo como pude, mis pupilas bebieron de la belleza de ese imponente y majestuoso monumento. Lejos de su significado, la sensación que transmite es tan maravillosa, que simplemente poder estar sentado frente al mismo hizo que todas las vicisitudes y momentos no tan agradables en la India valieran la pena. El Taj Mahal aún esta ubicado en el fondo de mis pupilas donde el sol y la luna danzan en armonía para darle vida a una de las mejores visiones que he tenido en mi vida. Luego fue tiempo de volver y en menos de 6 horas ya estaba en el aeropuerto de la India, bastante tiempo antes que el que tenía pensado estar.

Hoy que veo la retrospectiva de mi viaje, puedo decir que ha sido el mejor viaje que he hecho, no el más bonito ni placentero, pero en el que he aprendido más sobre el hecho de estar vivo. La India destrozó tanto mi ego y vanidad que siento que he vuelto a nacer allí. Siento que debía ir a aprender estas lecciones para poder seguir a la siguiente etapa de mi vida. Sé que aunque podría parecer que huí de la India, realmente algo que he aprendido en la vida es que si en algún lugar no estoy cómodo y no me siento bien, es mejor dejar las cosas allí que seguir lastimándose uno mismo. Así como también que me he dado permiso a cambiar de parecer en el transcurso de mi vida, sin sentir culpa ni remordimientos. Ya que siento que debo ser feliz. Quizá lo más doloroso de este viaje fue ver como esa cultura de la cual estoy tan orgulloso por las raíces indias que corren por mis venas, ver que era igual o peor que otros lugares de los cuales he renegado. Sé que tenía muchas expectativas sobre la India y eso hizo que no fuera lo mágico que podría ser. Hubo un momento en que me quede horrorizado y avergonzado de las situaciones que suceden allí. Sé que es parte de la vida y que realmente no debo tener esos sentimientos ya que en todos lados pasa lo mismo. Además comprendo que la pobreza es tal, que al ver llegar un turista es una oportunidad de comer, por lo que no es culpa de la gente del todo, sino más bien un sistema instaurado hace miles de años. Y tampoco es culpa del país, ya que ellos viven como viven desde hace miles de años que yo si quiera hubiera pensado en nacer. Y que algo que es cierto yo fui por mi propia voluntad, por lo que no es válido desacreditar a la India. Sino más bien lo digo que es un lugar de contrastes, quizá más brutales que en ningún otro lugar. Realmente es un país mágico y maravilloso, donde confluyen tantas cosas que podría ser un planeta por si mismo. Hay tanta variedad en la colorida India. Quizá si por algún momento llegué a sentirme horrorizado y espantado, también tuve momentos muy agradables. Personalmente sé el porque debía ir a la India, ahora entiendo porque. Solo me queda decir que al que quiera ir que vaya y que viva su propia historia en la India. Realmente nadie está preparado para ir a la India, pero es una de las mejores experiencias para hacer, es como hacer el master en la vida. Al ir a la India, uno nunca vuelve a ser el mismo… Ommmmm, Ommmmm, Ommmmm…



permalink written by  pabloalvarez1978 on November 3, 2009 from New Delhi, India
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