La capital del vino

Este fue nuestro segundo viaje en autobús de larga distancia, superó al de Brasil en 4 horas, en total, 40 horas. 7 películas, la mitad de un libro y unos sueñecitos ayudaron a matar el tiempo.

Mendoza es conocida por ser la capital del vino argentino. En toda la provincia, con el mismo nombre que la capital, se produce vino y ese es el principal motivo que nos llevó hasta allí. Mendoza capital no nos entusiasmó en exceso y tan sólo pensamos pasar un par de días, uno para hacer una ruta en bicicleta por las bodegas y otro para desplazarnos 560km (ida y vuelta) en un mismo día para contemplar el popularmente conocido como “el

techo de América”, el Aconcagua. Pero uno nunca puede hacer planes ya que de una manera u otra estos siempre cambian. En Mendoza, las personas que conocimos, fueron el factor determinante que nos retuvo allí casi una semana.
El primer día, todavía un poco agarrotados de dichas 40 horas paseamos de noche por el centro de la ciudad. Una plaza principal, tiendecitas de artesanos, una calle peatonal y tango improvisado bajo una marquesina.

Al día siguiente, sin pensarlo mucho, nos levantamos y nos fuimos hasta la población vecina de Maipú, donde alquilamos unas bicicletas y nos fuimos a visitar las bodegas. Las hay industriales, familiares, orgánicas… y dónde a uno le pueden explicar en una breve visita guiada como se produce el vino, evidentemente con una cata final (si no, no tiene la misma gracia).

Esa misma noche Ariel y Mauro, dos bonaerenses, concretamente de Haedo (o según ellos, República Separatista de Haedo, jejeje) prepararon unos ñoquis caseros que compartimos en una mesa para ocho personas. Pablo, el enólogo, se encargó del vino y nosotros colaboramos en lo todo lo que pudimos… El resultado fue que esa misma madrugada decidimos posponer 24 horas nuestra visita al Aconcagua. Así es como al día siguiente conocimos a Xavi y a Encar. Mientras tomábamos un café en el patio del hostal, aparecieron

Tremendos ñoquis que nos preparó Ariel (más o menos con la ayuda de todos, jejeje!!)

por la puerta y un “buenas” delató nuestra procedencia. Ese “buenas” se convirtió en horas de conversación. Ellos también salieron de Esparraguera el mes de junio, pero empezaron, por el todavía desconocido para nosotros, sudeste asiático. Esas horas de conversación acabaron en una cena, esta vez tortilla de patatas, que compartimos también con Ariel y Mauro, y que acabó de madrugada entre risas y vino.

El Xavi i la Encar, una parella encantadora. Esparraguera Power!!!

El día siguiente SI; si fue el día del desplazamiento al Aconcagua. Era importante tomar el primer autobús, el de las 6 de la mañana, para tener tiempo suficiente para recrearnos en el lugar. Suerte que pudimos dormir un rato durante las 4 horas de trayecto… El día era magnífico, por suerte, ninguna nube tapaba la montaña. Así que cámara en mano, Xavi, Encar y nosotros dos, comenzamos a pasear por el circuito para los que sólo van a pasar el día, que es diferente del de los que van al campamento base o del de los que van a intentar subir a la cima.

Es un magnífico lugar, y aunque por perspectiva, los 6.960 metros de altura del macizo del Aconcagua se veían menor tamaño que las montañas que justo nos rodeaban, valió la pena desplazarse hasta allí y contemplarlo durante unas horas.
Cerca de la entrada al parque provincial del Aconcagua, a 4km, está el Puente del Inca, una formación rocosa natural, que como su nombre indica, tiene forma de puente el cual ya no puede cruzarse por riesgo de desprendimientos. Para llegar hasta allí, fue mucho más divertido caminar sobre las antiguas vías del tren en lugar de ir por la carretera la convencional.

El puente del Inca

A las 4 de la tarde ya estábamos subidos al bus para regresar a Mendoza. Esa noche, cenita, vinito, muy buena compañía y risas, muchas risas hasta altas horas de la madrugada…
Habíamos decido salir de Mendoza el día siguiente, y una vez liberamos las camas del dormitorio compartido del Hostal Casa Pueblo, en medio de un desayuno multitudinario, decidimos volver a deshacer las bolsas para pasar un día y una noche más. Ese definitivamente sí, fue nuestro última día en Mendoza y Mauro y Ariel se ofrecieron a darnos una visita guiada por una ciudad de donde no eran pero que ya habían visitado en profundidad. La última cena estuvo a la altura de las anteriores y nos despedimos en Mendoza de nuestros compañeros de viaje con mucho sueño pero con una gran sonrisa en la cara. Hasta pronto chicos!

De izquierda a derecha: Ariel i Mauro (dos chabones REZARPADOS de la República Separatista de Haedo), Encar i Xavi

La capital del vino

Mendoza, Argentina