Quien dijo (La) Paz?

El que le puso el nombre a la ciudad aquel día se levantó con el pie izquierdo… La Paz es un lugar donde no reina la paz, donde el caos del tránsito de mini buses, autobuses, taxis, gentes, de vendedores en las calles que ocupan cada centímetro de las aceras, no para las 24 horas del día… Eso sí, como enclave geográfico La Paz se lleva “la palma”. Cuando uno se va acercando a la ciudad por la carretera que viene de Cochabamba recorre varios kilómetros por el altiplano: 4.000m.s.n.m y la vista no te alcanza a ver el final de la planicie a excepción de una pequeña sombra que se ve al final, justo antes de unos picos nevados. Se pasa por medio de la ciudad de El Alto (1 millón de

habitantes), que es tan grande que nosotros pensamos que era La Paz, pero no, el bus todavía no había llegado al final del recorrido. De repente la planicie se acaba y empiezan a aparecer carreteras que discurren ladera abajo. Es entonces cuando uno mira a un lado y descubre una ciudad formada en un valle de más 400 metros de profundidad, donde sus casas y edificios, la mayoría de obra vista, se extienden en todas direcciones, desde lo más profundo hasta el exterior, y ahí está, bienvenidos a La Paz, la capital más alta del mundo donde habita más de 1 millón de personas a 3.600m.s.n.m.
Como decíamos la primera impresión que nos llevamos de la ciudad fue totalmente de caos, pero quizá ese sea su mayor encanto.

En hora punta, en la Avenida Prado, en pleno centro de la ciudad, las divisiones de los carriles para el tráfico desaparecen y cada vehículo circula por donde puede. Hay que decir que coches privados hay pocos, la mayoría son pequeños vehículos como camionetas y minibuses para el transporte público. También hay muchísimos taxis. Lo importante del tema es que las paradas de autobuses no existen así que uno espera a un lado de la calle cuando pasa el transporte que necesita y lo para. En hora punta hay gente ascendiendo y descendiendo de los vehículos en medio de los 3 o 4 carriles, en los que sólo se detiene el movimiento cuando el semáforo se pone en rojo. Por suerte hay semáforos…
Otra de las cosas que nos fascinó fue todo el movimiento de venta en las calles que existe.
Desde los mercados organizados, a aquellas esquinas que señoras y señores ocupan para vender la comida que ellos preparan. Un carrito basta para transportar un par de taburetes y una tabla a modo de mesa para formar un restaurante casero ambulante.

Desde La Paz nos desplazamos en visitas de un día a las ruinas de la antigua civilización de Tiwanaco, cultura que existió durante varios miles de años antes de la llegada de los Incas y los Castellanos. Lástima de que el guía fuera lo bastante pésimo como para hacer de la visita un momento aburrido y nada interesante.

El otro desplazamiento fue al cerro Chacaltaya, a 5.450 msnm. Aquí aunque nos costó mucho caminar el kilómetro que nos hizo subir desde los 5.300 hasta dicha altura, fue un momento impresionante, desde donde pudimos divisar la ciudad de La Paz, el Lago Titicaca, lagunas de colores y las nubes por debajo de nosotros.

Quien dijo (La) Paz?

La Paz, Bolivia